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Érase una vez un país llamado Digitalia.

Su capital se llamaba Ram. Era un país cuya extensión resultaba difícil de calcular ya que cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo parecía crecer. Dirás que cómo es posible. Pues resulta que Digitalia no era un país al uso de los que conocemos con su idioma oficial, su gobierno y sus fronteras.

Para comprender mejor el crecimiento casi milagroso de Digitalia debemos conocer primero a sus habitantes. La media de edad de su población no supera los veintipocos. Los indígenas de Digitalia se hacen llamar nativos digitales. Su idioma oficial se compone de fotos llamadas “selfies”, de vídeos y de símbolos y caretas, los llamados “emojis” que se comparte en público en internet.

 

nativo digital

Pixabay

Lo que distingue a los habitantes de Digitalia de otros habitantes del mundo es una postura más o menos agachada o encorvada, con la mirada fija en un cacharro rectangular sobre el que deslizan los dedos pulgares con una velocidad pasmosa. Dicho cacharro, conocido como “Smartphone” en su tamaño más pequeño y tablet o tableta en su dimensión más grande, parecen llevarlo prácticamente pegado a la mano como si soltarlo entrañase un peligro. No miran apenas a su alrededor ni al frente para ver dónde pisan. Parece que disponen de algún tipo de sensor que transmite directamente a su cerebro algún tipo de señal en caso de encontrarse con algún obstáculo.

Se cree que también usan el lenguaje para comunicarse de forma oral. Pero a la hora de hablar tienen tendencia a usar monosílabos y ruidos parecidos a gruñidos, sobre todo los de edad adolescente al comunicarse con sus progenitores. Para comunicarse con los de su especie sus habilidades parecen sin embargo mejorar, aunque escuchado por un no nativo digital puede llegar a sonar raro e incluso incomprensible.

A la hora de escribir también parece mejorar la capacidad lingüística entre los nativos digitales aunque algunos especímenes parecen haberse inventado un idioma propio consistente en muchas consonantes completadas con los anteriormente mencionados “emojis”.

Los nativos digitales están conectados entre ellos por llamadas “redes sociales” que alimentan continuamente con su lenguaje particular en forma de “selfie” o vídeo. No parece suficiente un único canal de comunicación, haciendo uso de llamadas “apps” como Line, Whatsapp, Viber, Telegram, Kik, Facebook, Instagram y Snapchat por mencionar algunas. Así obviamente les debe costar despegarse de sus cacharros rectangulares, ya que debe requerir mucho trabajo mantenerse al día de las redes sociales. Y de allí también, según mencionaba antes, que Digitalia no paraba de crecer y crecer.

Volviendo a los progenitores, otra curiosidad del país de Digitalia es que para ser nativo digital no hace falta haber nacido como tal, es decir tus padres no tienen por qué ser nativos digitales. Cómo se adquiere por tanto la nacionalidad de nativo digital sigue siendo en parte un misterio, aunque hay indicios de que los progenitores, incluso en caso de no ser nativos digitales ni de haber oído hablar mucho de Digitalia, parecen facilitar a sus hijos el acceso a los cacharros rectangulares y por tanto la posible entrada a Digitalia. Parece cierto sin embargo que los progenitores, que más facilitan – de modo más o menos consciente – la entrada a Digitalia a sus hijos, pertenecen a la llamada generación del pulgar.

Dicho término, acuñado por la escritora y filósofa Sadie Plant, hace referencia a las personas con movilidad aumentada en los dedos pulgares debido al uso de videoconsolas y móviles; evolución acontecida por lo visto en apenas medio siglo. Por tanto, se podría deducir que ha habido unas generaciones pre Digitalia que han transmitido a sus hijos una facilidad innata por los cacharros rectangulares y predisposición a que estos se conviertan en nativos digitales.  El contacto con dichos cacharros a cierta edad debe por tanto influir en el proceso de adhesión a Digitalia. Aunque no constan formularios de solicitud de nacionalidad ni trámites ante organismos oficiales por lo que hemos podido saber.

Lo que sí se ha detectado es que al convertirse los hijos de progenitores no nativos digitales en habitantes de Digitalia, parecen surgir problemas de comunicación y malentendidos, pasando los nativos digitales adolescentes a comunicarse con sus progenitores de forma limitada y monosilábica o utilizando vocabulario difícilmente comprensible para los no nativos digitales, como comentaba antes.

girl-selfie

Pixabay

Para los nativos digitales parecen seguir existiendo los personajes y estrellas conocidas como actores, cantantes, futbolistas que por acercarse a ellos están presentes en redes sociales como Instagram, Facebook y Twitter. Pero también disponen de sus propias estrellas y modelos de conducta, prácticamente desconocidos para los no nativos digitales. Existen llamados “YouTubers” de nombres tan curiosos como ElRubiusOMG, Vegetta777 o TheWillyRex con millones de seguidores. Hay “Instagramers” con nombres como @isabelitavirtual o @misshedwig con cientos de miles de seguidores. Todo un universo desconocido para no nativos digitales en el que los habitantes de Digitalia se mueven como peces en el agua.

Resulta difícil aguantarles el ritmo a los nativos digitales que no paran de evolucionar y de encontrar nuevas formas de comunicarse, de jugar y entretenerse virtualmente. Otros nativos digitales les van facilitando nuevas «apps» que explorar para entretenerse, comunicarse, hacerse mejores «selfies», crear vídeos más elaborados e incluso aprender ellos mismos a programar.

¿Te has encontrado con algún espécimen del tipo “nativo digital”? ¿Cuál ha sido tu experiencia? ¿Has conseguido comunicarte con él?